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A todos aquellos que recorren día a día el camino de retorno hacia uno mismo.
El Propósito es encontrar la unidad con el Universo, con el que nunca hemos estado separados.

jueves, 7 de febrero de 2008

SATIPATTHANA SUTTA----EL SUTRA DE LOS FUNDAMENTOS DE LA ATENCIÓN

Así he oído. En una ocasión vivía el Buda entre los kurus, en Kammasadamma, una ciudad de mercado de los kurus. Allí, el Bienaventurado se dirigió así a los monjes: "Monjes", y ellos le contestaron: "Venerable Señor". Y el Bienaventurado habló como sigue:

Monjes, el único camino para la purificación de los seres, para la superación de la pena y las lamentaciones, para la destrucción del dolor y la aflicción, para alcanzar el recto sendero, para la realización del Nibbana, es éste: Los Cuatro Fundamentos de la Atención. ¿Cuáles son esos cuatro?

He aquí (en esta enseñanza) un monje que vive practicando la contemplación del cuerpo en el cuerpo, fervoroso, comprendiendo claramente y atento, superando la codicia y la aflicción inherentes al mundo; vive practicando la contemplación de las sensaciones en las sensaciones, fervoroso, comprendiendo claramente y atento, superando la codicia y la aflicción inherentes al mundo; vive contemplando la consciencia en la consciencia, fervoroso, comprendiendo claramente y atento, superando la codicia y la aflicción inherentes al mundo; vive practicando los objetos mentales en los objetos mentales, fervoroso, comprendiendo claramente y atento, superando la codicia y la aflicción inherentes al mundo.



LA CONTEMPLACIÓN DEL CUERPO

1. Atención a la respiración

Y ¿cómo vive un monje contemplando el cuerpo en el cuerpo? Monjes, he aquí que un monje va al bosque, al pie de un árbol a un lugar solitario, se sienta con las piernas cruzadas, mantiene su cuerpo erguido y su atención alerta.

Atento aspira y atento espira. Al hacer una aspiración larga, sabe: "Hago una aspiración larga". Al hacer una espiración larga, sabe: "Hago una espiración larga". Al hacer una aspiración corta, sabe: "Hago una aspiración corta". Al hacer una espiración corta, sabe: "Hago una espiración corta". "Consciente de todo el cuerpo (respiración), aspiraré", así se ejercita. "Consciente de todo el cuerpo (respiración), espiraré", así se ejercita. "Calmando la función corporal, aspiraré", así se ejercita. "Calmando la función corporal, espiraré", así se ejercita.

De la misma manera que un tornero experto o su aprendiz sabe, al labrar una voluta grande: "Estoy labrando una voluta grande", o al labrar una voluta corta, sabe: "Estoy labrando una voluta corta", así el monje, al hacer una aspiración larga, sabe: "Hago una aspiración larga". Al hacer una aspiración corta, sabe: "Hago una aspiración corta". "Consciente de todo el cuerpo (respiración), aspiraré", así se ejercita. "Consciente de todo el cuerpo (respiración), espiraré", así se ejercita. Calmando la actividad corporal (respiración)' aspiraré, así se ejercita. Calmando la actividad corporal (respiración), espiraré, así se ejercita.

Así vive contemplando el cuerpo en el cuerpo interna y externamente. Vive contemplando los factores del origen del cuerpo, o vive contemplando tanto los factores de origen como los de disolución del cuerpo. O tiene consciencia de que "hay un cuerpo" en el grado necesario para el conocimiento y la atención, y vive con independencia, sin apegarse a nada en el mundo. Monjes, asi es como un monje vive contemplando el cuerpo en el cuerpo.



2. Las posiciones del cuerpo

Asimismo, monjes, cuando un monje camina, sabe: "Estoy caminando"; cuando permanece de pie, sabe: "Estoy de pie"; cuando está sentado sabe: "Estoy sentado"; cuando se tumba sabe: "Estoy tumbado"; y también tiene consciencia de cualquier otra posición del cuerpo.

Así vive contemplando el cuerpo en el cuerpo internamente, o vive contemplando el cuerpo en el cuerpo externamente, o vive contemplando el cuerpo en el cuerpo interna y externamente. Vive contemplando los factores del origen del cuerpo, o vive contemplando los factores de disolución del cuerpo, o vive contemplando los factores del origen y disolución del cuerpo. O tiene consciencia de que "hay un cuerpo" en el grado necesario para el conocimiento y la atención, y vive desapegado, sin apegarse a nada en el mundo. Monjes, así es cómo el monje medita practicando la contemplación del cuerpo en el cuerpo.



3. Atención con clara comprensión

Asimismo, monjes, un monje aplica la clara comprensión al avanzar y al retroceder; al mirar hacia adelante y al mirar alrededor, aplica la clara comprensión; al extender y encoger los miembros, aplica la clara comprensión; al vestir la ropa y al llevar el bol de limosnas, aplica la clara comprensión; al comer, al beber, masticar y saborear, aplica la clara comprensión; al andar, permanecer de pie, sentarse, dormirse, al despertar, al hablar y al callar, aplica la clara comprensión.

Así vive contemplando el cuerpo en el cuerpo...



4. Reflexión sobre la repugnancia del cuerpo

Asimismo, monjes, un monje reflexiona sobre su propio cuerpo, envuelto en la piel y lleno de impurezas, de la planta de los pies hacia arriba y de la coronilla hacia abajo, y piensa así: "Hay en este cuerpo: pelos en la cabeza, vello en el cuerpo, uñas, dientes, piel, carne, tendones, huesos, tuétanos, riñones, corazón, hígado, pleura, bazo, pulmones, intestinos, mesenterio, estómago, heces, bilis, flemas, pus, sangre, sudor, grasa sólida, lágrimas, grasas líquidas, saliva, mocos, fluido sinovial, orina."

Es como tener un saco de provisiones, de aquellos con dos aberturas, lleno de diversas clases de grano, tales como: arroz de montaña, arroz corriente, alubias, guisantes, sésamo, arroz perlado, y un hombre que tiene buenos ojos lo abre, lo examina y dice: "Esto es arroz de montaña, esto arroz corriente, esto son alubias, esto son guisantes, esto es sésamo, esto es arroz perlado." De la misma manera, un monje reflexiona sobre su propio cuerpo de las plantas de los pies hacia arriba y de la coronilla hacia abajo, envuelto en la piel y lleno de impurezas. "En este cuerpo hay pelo en la cabeza, vello en el cuerpo, uñas, dientes, piel, carne, tendones, huesos, tuétanos, riñones, corazón, hígado, pleura, bazo, pulmones, intestinos, mesenterio, estómago, heces, bilis, flemas, pus, sangre, sudor, grasa sólida, lágrimas, grasas líquidas, saliva, mocos, fluido sinovial, orina.

Así vive contemplando el cuerpo en el cuerpo...



5. Reflexión sobre los elementos materiales

Asimismo, monjes, un monje reflexiona sobre su propio cuerpo, en cualquier lugar o posición en que se encuentre, pensando en sus elementos materiales: "En este cuerpo hay el elemento tierra, el elemento agua, el elemento fuego, el elemento aire".

Como si un carnicero experto o su aprendiz que, tras sacrificar a una vaca y dividirla en partes se ponen a venderlas en el cruce de cuatro carreteras, de la misma manera el monje reflexiona sobre su propio cuerpo en cualquier lugar o posición que se encuentre, pensando en sus elementos primarios: "En este cuerpo hay el elemento tierra, agua, fuego y aire"

Así vive contemplando el cuerpo en el cuerpo...



6. Las nueve contemplaciones del cementerio


I Asimismo, monjes, cuando un monje ve un cuerpo que lleva un día muerto, o dos días muerto, o tres días muerto, hinchado, amoratado y putrefacto, tirado en el osario, aplica esta percepción a su propio cuerpo de esta manera: "Es verdad que este cuerpo mío tiene también la misma naturaleza, se volverá igual y no escapará a ello."

Así vive contemplando el cuerpo en el cuerpo internamente, o vive contemplando el cuerpo en el cuerpo externamente, o vive contemplando el cuerpo en el cuerpo interna y externamente. Vive contemplando los factores del origen del cuerpo, o vive contemplando los factores de disolución del cuerpo, o vive contemplando los factores del origen y la disolución del cuerpo. O tiene conciencia de que "hay un cuerpo" en el grado necesario para el conocimiento y la atención, y vive independiente, sin apegarse a nada en el mundo. Así es, cómo el monje vive contemplando el cuerpo en el cuerpo.


II. Asimismo, cuando un monje ve un cuerpo tirado en el osario, que está siendo devorado por los cuervos, los gavilanes, los buitres, los perros, los chacales o por distintas clases de gusanos, aplica esta percepción a su propio cuerpo de esta manera: "En verdad que también mi
cuerpo tiene la misma naturaleza, se volverá igual y no escapará a ello.»


Así vive contemplando el cuerpo en el cuerpo...


III. Asimismo, monjes, como cuando un monje ve un cuerpo tirado en el osario, reducido a un esqueleto unido tan sólo por los tendones, y con algo de carne y sangre adherido a él...

IV. Asimismo, monjes, como cuando un monje ve un cuerpo tirado en el osario, reducido a un esqueleto unido tan sólo por los tendones, embadurnado en sangre y sin carne...

V. Asimismo, monjes, como cuando un monje ve un cuerpo tirado en el osario, reducido a un esqueleto sin carne y sin sangre, unido tan sólo por los tendones...

VI. Asimismo, monjes, como cuando un monje ve un cuerpo tirado en el osario y reducido a huesos sueltos esparcidos en todas las direcciones: aquí los huesos de la mano, allá los de los pies, los huesos de las espinillas, los de los muslos, la pelvis, las vértebras, el cráneo.

VII. Asimismo, monjes, como cuando un monje ve un cuerpo tirado en el osario, reducido a huesos blanqueados como una concha...

VIII. Asimismo, monjes, como cuando un monje ve un cuerpo tirado en el osario, reducido a huesos de más de un año, amontonados...

IX. Asimismo, monjes, como cuando un monje ve un cuerpo tirado en el osario, reducido a huesos podridos, reducido a polvo, entonces aplica esta percepción a su propio cuerpo de esta manera: "En verdad que también mi cuerpo tiene la misma naturaleza, se volverá igual y no escapará a ello"

Así vive contemplando el cuerpo en el cuerpo internamente, o vive contemplando el cuerpo en el cuerpo externamente, o vive contemplando el cuerpo en el cuerpo interna y externamente. Vive contemplando los factores del origen del cuerpo, o vive contemplando los factores de disolución del cuerpo, o vive contemplando los factores de origen y disolución del cuerpo. O tiene consciencia de que "hay un cuerpo" en el grado necesario para el conocimiento y la atención, y vive desapegado, sin aferrarse a nada en el mundo. Monjes, así es como un monje vive contemplando el cuerpo en el cuerpo.



LA CONTEMPLACION DE LAS SENSACIONES


Monjes, ¿cómo vive un monje contemplando las sensaciones en las sensaciones?

Monjes, un monje, al experimentar una sensación agradable, sabe: "Experimento una sensación agradable"; cuando experimenta una sensación dolorosa, sabe: "Experimento una sensación dolorosa»; cuando experimenta una sensación ni agradable ni dolorosa, sabe: "Experimento una sensación queno es ni agradable ni dolorosa"; cuando experimenta una sensación mundanal agradable, sabe: "Experimento una sensación mundanal agradable"; cuando experimenta una sensación mundanal dolorosa, sabe: "Experimento una sensación mundanal dolorosa"; cuando experimenta una sensación mundanal que no es dolorosa ni no dolorosa, sabe: "Experimento una sensación mundanal que no es dolorosa ni no dolorosa"; cuando experimenta una sensación espiritual agradable, sabe: "Experimento una sensación espiritual agradable"; cuando experimenta una sensación espiritual dolorosa, sabe: "Experimento una sensación espiritual dolorosa"; cuando experimenta una sensación espiritual que no es dolorosa ni no dolorosa, sabe: "Experimento una sensación espiritual que no es dolorosa ni no dolorosa".

Así vive contemplando Las sensaciones en Las sensaciones internamente, o vive contemplando Las sensaciones en Las sensaciones externamente, o vive contemplando Las sensaciones en Las sensaciones interna y externamente. Vive contemplando Los factores del origen de Las sensaciones, o vive contemplando Los factores de disolución de Las sensaciones, o vive contemplando tanto Los factores del origen como Los de la disolución de Las sensaciones. O tiene consciencia de que "hay sensaciones" en el grado necesario para el conocimiento y la atención y vive desapegado, sin aferrarse a nada en el mundo. Monjes, así es cómo un monje vive contemplando Las sensaciones en Las sensaciones.



LA CONTEMPLACIÓN DE LA CONSCIENCIA

Monjes, ¿cómo vive un monje contemplando la consciencia en la consciencia?

Monjes, he aquí que un monje, cuando hay pasión en la consciencia, sabe que hay pasión, y cuando no hay pasión en la consciencia, sabe que no la hay; cuando hay odio en la consciencia, sabe que hay odio, y cuando no hay odio en la consciencia, sabe que no lo hay; cuando hay ignorancia en la consciencia, sabe que hay ignorancia, y cuando no hay ignorancia en la consciencia, sabe que no la hay; cuando la consciencia está disminuida, sabe que está disminuida; cuando la consciencia está distraída, sabe que está distraída; cuando la consciencia está desarrollada, sabe que está desarrollada; cuando la consciencia está en un estado con otro estado superior a alla, sabe que hay un estado mentalmente superior; cuando no hay un estado mental superior, sabe que no hay un estado mental superior"; cuando la consciencia está concentrada, sabe que está concentrada, y cuando la consciencia no está concentrada, sabe que no lo está; cuando la consciencia está liberada, sabe que está liberada, y cuando no está liberada, sabe que no lo está.

Así vive contemplando la consciencia en la consciencia internamente, o vive contemplandola consciencia en la consciencia externamente, o vive contemplando la consciencia en la consciencia interna y externamente. Vive contemplando Los factores del origen de la consciencia, o vive contemplando Los factores de disolución de la consciencia, o vive contemplando tanto Los factores del origen como Los de la disolución de la consciencia, o sabe que "hay consciencia" en el grade necesario para el conocimiento y la atención, y vive desapegado, sin aferrarse a nada en el mundo. Monjes, así es cómo el monje vive contemplando la consciencia en la consciencia.



LA CONTEMPLACIÓN DE LOS OBJETOS MENTALES

1. Los cinco obstáculos

Monjes, ¿cómo vive un monje contemplando Los objetos mentales en Los objetos mentales?

He aquí que un monje vive contemplando Los objetos mentales en Los objetos mentales constituidos par Los cinco obstáculos.

Monjes, ¿cómo vive un monje contemplando Los objetos mentales en Los objetos mentales constituidos par Los cinco obstáculos?

He aquí, monjes, que cuando el apetito sensual está presente en él, el monje sabe: "Hay apetito sensual en mí"; cuando el apetito sensual está ausente, sabe: "No hay apetito sensual en mí." Sabe cómo surge el apetito sensual y sabe cómo no vuelve a surgir en el futuro el apetito sensual que se ha rechazado.

Cuando la ira está presente, el monje sabe: "Hay ira en mí", y cuando la ira está ausente, sabe: "No hay ira en mí." Sabe cómo surge la ira que no existía previamente; sabe cómo se rechaza la ira que ha surgido, y sabe cómo ya no vuelve a surgir en el future la ira rechazada.

Cuando la pereza y el sopor están presentes en él, el monje sabe: "Hay pereza y sopor en mí"; cuando la pereza y el sopor están ausentes, sabe: "No hay pereza ni sopor en mí." Sabe cómo surgen la pereza y el sopor que no existían previamente, sabe cómo se rechazan la pereza y el sopor surgidos, y sabe cómo ya no vuelven a surgir en el futuro la pereza y el sopor rechazados.

Cuando el desasosiego y la ansiedad están presentes en él, sabe: "Hay desasosiego y ansiedad en mí"; cuando el desasosiego y la ansiedad están ausentes, sabe: "No hay desasosiego ni ansiedad en mí." Sabe cómo surgen el desasosiego y la ansiedad que no existían previamente, sabe cómo se rechazan el desasosiego y la ansiedad surgidos, y sabe cómo ya no vuelven a surgir en el futuro el desasosiego y la ansiedad rechazados.

Cuando la duda está presente en él, el monje sabe: "Hay duda en mí"; cuando la duda está ausente, sabe: "No hay duda en mí." Sabe cómo surge la duda que ya no existía previamente, sabe cómo se rechaza la duda surgida, y sabe cómo ya no vuelve a surgir en el futuro la duda rechazada.

Así vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales internamente, o vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales externamente, o vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales interna y externamente. Vive contemplando los factores del origen de los objetos mentales, o vive contemplando los factores de disolución de los objetos mentales, o vive contemplando tanto los factores del origen como los de la disolución de los objetos mentales. 0 tiene consciencia de que hay "objetos mentales" en el grado necesario para el conocimiento y la atención, y vive desapegado, sin aferrarse a nada en el mundo. Así es, monjes, cómo el monje vive practicando la contemplación de los objetos mentales en los objetos mentales constituidos por los cinco obstáculos.

2. Los cinco agregados del apego

Asimismo, monjes, un monje vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales, constituidos por los cinco agregados del apego

Monjes, ¿cómo vive un monje contemplando los objetos mentales en los objetos mentales constituidos por los cinco agregados del apego?

Monjes, he aquí que un monje piensa: "Así es la forma material, así surge la forma material, así desaparece la forma material; así es la sensación, así surge la sensación, así desaparece la sensación; así es la perceprión, así surge la percepción, así desaparece la percepción; así son las formaciones mentales, así surgen las formaciones mentales, así desaparecen las formaciones mentales; así es la conseiencia, así surge la consciencia, así desaparece la consciencia."

Así vive el monje contemplando los objetos mentales en los objetos mentales internamente, o vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales externamente, o vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales interna y externamente. Vive contemplando los factores del origen de los objetos mentales, o vive contemplando los factores de disolución de los objetos mentales, o vive contemplando tanto los factores del origen como los de la disolución de los objetos mentales. 0 tiene consciencia de que hay "objetos mentales" en el grado necesario para el conocimiento y la atención, y vive desapegado, sin aferrarse a nada en el mundo. Monjes, así es cómo el monje vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales constituidos por los cinco agregados del apego.

3. Las seis esferas internas y las seis externas de los sentidos


Asimismo, monjes, un monje vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales, constituidos por las seis esferas internas y las seis esferas externas de los sentidos.

Monjes, ¿cómo vive un monje contemplando los objetos mentales en los objetos mentales formados por las seis esferas internas y las seis esferas externas de los sentidos?

Monjes, he aquí que un monje conoce el ojo y las formas risuales y la atadura que surge dependiendo de ambos (del ojo y de las formas), sabe cómo surge la atadura que no existía previamente, sabe cómo se rechaza la atadura surgida y sabe cómo ya no vuelve a surgir en el futuro la atadura rechazada.

Conoce el oído y los sonidos..., la nariz y los olores..., la lengua y los sabores..., el cuerpo y los objeto táctiles..., la mente y los objetos mentales, y conoce las ataduras que dependen de ellos; sabe cómo surgen las ataduras que existían previamente, sabe cómo se rechazan las ataduras surgidas, y sabe cómo ya no vuelven a surgir en el futuro las ataduras rechazadas.

Monjes, así vive el monje contemplando los objetos mentales en los objetos mentales internamente, o vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales externamente, o vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales interna y externamente. Vive contemplando los factores del origen de los objetos mentales, o vive contemplando los factores de disolución de los objetos mentales, o vive contemplando tanto los factores del origen como los de la disolución de los objetos mentales. 0 tiene consciencia de que "hay objetos mentales" en el grado necesario para el conocimiento y la atención, y vive desapogado, sin aferrarse nada en el mundo. Monjes, así es cómo el monje vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales formados por las seis esferas internas y las seis esferas externas de los sentidos.


4. Los siete factores de la iluminación

Monjes, asimismo, un monje vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales constituidos por los siete factores de la iluminación.

Monjes, ¿cómo vive un monje contemplando los objetos mentales constituidos por los siete factores de iluminación?

Monjes, he aquí que cuando la atención que es un factor de iluminación está presente en él, el monje sabe: "Hay en mí la atención que es factor de iluminación"; cuando la atención que es factor de iluminación está ausente, sabe: "No hay en mí la atención que es factor de iluminación", y sabe cómo surge la atención que es factor de iluminación que no existía previamente, y cómo se produce la perfección en el desarrollo de la atención surgida que es factor de iluminación.

Cuando la investigación de Los objetos mentales que es factor de iluminación está presente, el monje sabe: "Hay en mí la investigación de Los objetos mentales que es factor de iluminación"; cuando la investigación de Los objetos mentales que es factor de iluminación está ausente, sabe: "No hay en mí la investigación de Los objetos mentales que es factor de iluminación", sabe cómo surge la investigación de Los objetos mentales que es factor de iluminación que no está previamente, y cómo se produce la perfección en el desarrollo de la investigación de Los objetos mentales que es factor de iluminación.

Cuando la energía que es factor de iluminación está presente, sabe: "Hay en mí la energía que es factor de iluminación"; cuando la energía que es factor de iluminación está ausente, sabe: "No hay en mí la energía que es factor de iluminación", sabe cómo surge la energía que es factor de iluminación que no existía previamente, y cómo se produce la perfección en el desarrollo de la energía que es factor de iluminación.

Cuando la alegría que es factor de iluminación está presente, sabe: "Hay en mí la alegría que es factor de iluminación"; cuando la alegría que es factor de iluminación está ausente, sabe: "No hay en mí la alegría que es factor de iluminación", sabe cómo surge la alegría que es factor de iluminación que no existía previamente, y cómo se produce la perfección en el desarrollo de la alegría que es factor de iluminación.

Cuando la calma que es factor de iluminación está presente, sabe: "Hay en mí la calma que es factor de iluminación"; cuando la calma que es factor de iluminación está ausente, sabe: "No hay en mí la calma que es factor de iluminación", sabe cómo surge la calma que es factor de iluminación que no existía previamente, y cómo se produce la perfección en el desarrollo de la calma que es factor de iluminación.

Cuando la concentración que es factor de iluminación está presente, sabe: "Hay en mí la concentración que es factor de iluminación"; cuando la concentración que es factor de iluminación está ausente, sabe: "No hay en mí la concentración que es factor de iluminación", sabe cómo surge la concentración que es factor de iluminación que no existía previamente, y cómo se produce la perfección en el desarrollo de la concentración que es factor de iluminación.

Cuando la ecuanimidad que es factor de iluminación está presente, sabe: "Hay en mí la ecuanimidad que es factor de iluminación." Cuando la ecuanimidad que es factor de iluminación está ausente, sabe: "No hay en mí la ecuanimidad que es factor de iluminación", sabe cómo surge la ecuanimidad que es factor de iluminación que no existía previamente, y cómo se produce la perfección en el desarrollo de la ecuanimidad que es factor de iluminación.

Así vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales internamente, o vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales externamente, o vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales interna y externamente. Vive contemplando los factores del origen de los objetos mentales, o vive contemplando los factores de disolución de los objetos mentales, o vive contemplando tanto los factores del origen como los de la disolución de los objetos mentales. 0 tiene consciencia de que hay "objetos mentales" en el grado necesario para el conocimiento y la atención, y vive desapegado, sin aferrarse nada en el mundo. Monjes, así es cómo el monje vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales constituidos por los siete factores de iluminación.


5. Las Cuatro Nobles Verdades


Asimismo, monjes, un monje vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales constituidos por las Cuatro Nobles Verdades.

Monjes, ¿cómo vive un monje contemplando los objetos mentales constituidos por las Cuatro Nobles Verdades?

Monjes, he aquí que un monje sabe: "Esto es sufrimiento" según la realidad; "Éste es origen del sufrimiento", sabe según la realidad; "Ésta es la cesación del sufrimiento", sabe según la realidad; "Éste es el sendero que conduce a la cesación del sufrimiento", sabe según la realidad.

Así vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales internamente, o vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales externamente, o vive contemplando los objetos mentales en los objetos mentales interna y externamente. Vive contemplando los factores del origen de los objetos mentales, vive contemplando los factores de disolución de los objetos mentales, o vive contemplando los factores del origen y los factores de la disolución de los objetos mentales". 0 tiene consciencia de que hay "objetos mentales" en el grado necesario para el conocimiento y la atención, y vive desapegado, sin aferramiento a nada en el mundo. Monjes, así vive un monje contemplando los objetos mentales en los objetos mentales constituidos por las Cuatro Nobles Verdades.

En verdad, monjes, que aquel que practique estos Cuatro Fundamentos de la Atención de esta manera durante siete años puede esperar que se produzca en él uno de estos dos resultados: el Conocimiento Supremo aquí y ahora, o, si aún le quedara un resto de apego, el estado Sin Vuelta.

Monjes, ni siquiera siete años. Si una persona practicara los Cuatro Fundamentos de la Atención de esta manera durante seis años... cinco años... cuatro años... tres años... durante un año, entonces podría esperar que se produzca en él uno de estos dos resultados: el Conocimiento Supremo aquí y ahora, o, si aún le quedara un resto de apego, el estado Sin Vuelta.

Monjes, ni siquiera un año. Si una persona practicara estos Cuatro Fundamentos de la Atención de esta manera durante siete meses... seis meses... cinco meses... cuatro meses... tres meses... dos meses... un mes... durante medio mes, podría esperar que se produzca en él uno de estos dos resultados: el Conocimiento Supremo aquí y ahora, o, si aún le quedara un resto de apego, el estado Sin Vuelta.

Monjes, ni siquiera medio mes. Si una persona practicara estos Cuatro Fundamentos de la Atención de esta manera durante una semana, podría esperar que se produzca en él uno de estos dos resultados: el Conocimiento Supremo aquí y ahora, o, si aún le quedara un resto de apego, el estado Sin Vuelta.

Por esto se ha dicho: "Monjes, éste es el único camino para la parificación de los seres, para la superación de la pena y las lamentaciones, para la destrucción del dolor y la aflicción, para alcanzar el recto sendero, para la realización del Nibbana; los Cuatro Fundamentos de la Atención."

Así habló el Bienaventurado. Los monjes acogieron con satisfacción sus palabras.

sábado, 2 de febrero de 2008

MEDITACION---DHYANA


Introducción

Cuando uno escucha la palabra meditación la asocia generalmente a una persona sentada, con los ojos cerrados, quieta y sin moverse, y ciertamente esta imagen no es del todo errada con respecto al concepto que nos va a permitir interiorizarnos en este tema. Esta imagen de quietud e inacción tiene que ver en parte con el concepto de meditar. Retengamos por un momento el concepto de quietud. Esta quietud tiene que ver específicamente con la mente, y cuando nos referimos a la inacción no nos referimos a la quietud del cuerpo sino a la quietud de la mente. Una persona puede estar perfectamente quieta y sin embargo su mente encontrarse en un estado de hiperactividad o estado rajásico. Su cuerpo puede estar quieto, pero su mente se encuentra saltando de un pensamiento a otro, de una emoción a otra. Y lo contrario también es cierto, una persona puede estar con su cuerpo en movimiento pero su mente perfectamente quieta.

Como dice el Bhagavad Guita: "El que ve inacción en la acción y acción en la inacción es el sabio entre los hombres. Es un Yogui y realiza todas las acciones" Cap. IV, 18.

Desde el punto de vista de la filosofía yóguica el ser humano se encuentra en un estado de ignorancia o avidya que lo lleva a identificarse con el cuerpo y con la mente, y lo lleva a ignorar su propia naturaleza esencial. Esta naturaleza esencial se encuentra más allá de la materia, pero también más allá de la mente y de sus manifestaciónes. La tradición yóguica dice que detrás de este velo mental y corporal se encuentra el Ser, el Atman, el estado de pura conciencia, cuya naturaleza es de una dicha (ananda) y una paz perdurable, lo cual trae ecuanimidad y un estado de paz interior. Este es el significado de las palabras sánscritas Sat Chit Ananda o Conocimiento Sabiduría y Dicha.
Es por ello que el propósito de la meditación es el de trascender estos velos, trascender las identificaciones con el cuerpo, con los sentidos y con la mente. Y esto no solo es el propósito de la meditación, sino también de todo el Yoga en sus diferentes manifestaciones.
El fin de la meditación es alcanzar este estado de paz profunda en donde se experimenta una dicha y una alegría sin motivo, como la naturaleza esencial del ser humano. En este estado el sujeto y el objeto desaparecen, quedando solo la pura conciencia. Es como una taza sumergida en el océano, llena por dentro y por fuera. Es un punto de conciencia en el universo, con una enorme energía latiendo, la energía de la vida misma, sin motivo, la vida por sí misma. Es una semilla de vida y conciencia replegada en sí misma.
Según las enseñanzas del Yoga esto solo se puede alcanzar de una sola forma: deteniendo los movimientos de la mente. Solo cuando la mente detiene sus movimientos incesantes, se alcanza este estado de paz profunda y felicidad perdurable y sin objeto.
En un primer acercamiento a esta rotunda e impactante afirmación la mente del occidental se revuelve quedando en un estado de perplejidad absoluto. En este punto el pragmatismo y racionalismo occidental se enfrenta profundamente a las concepciones orientales, concepciones que por lo demás poseen un acervo de miles de años de antigüedad.
Entonces tenemos que la meditación es un estado de conciencia donde se trasciende la identificación con el cuerpo y con la mente. Es por ello que se le llama estado trascendental. La mente detiene sus incesantes movimientos, se aquieta completamente. El meditador experimenta un estado de paz profunda y de alegría inmensa, lleno de energía latente, la energía de la vida misma latiendo desde lo profundo del Ser.

La naturaleza de la mente

Los Maestros del Yoga desde la antigüedad gustan comparar a la mente con un mono inquieto que se la pasa saltando de rama en rama todo el tiempo en movimiento incesante.
También comparan a la mente con la superficie de un lago agitado por las olas que produce el viento. Las olas son los pensamientos que van y vienen sin cesar, que se encadenan unos a otros infinitamente. Las ondas del pensamiento son como olas en la mente que agitan su superficie de manera incansable.
Es imposible ver el fondo del lago cuando las olas agitan su superficie por acción del viento. Desde la filosofía yóguica en el fondo del lago, o sea por debajo de la mente, se encuentra la esencia del ser humano. Pero es imposible percibirla mientras su superficie está agitada por el ir y venir de los pensamientos, así como es imposible percibir el fondo del lago cuando sus olas se agitan.
De la misma forma que cuando el viento cesa de soplar, las olas de la superficie del lago se calman y se puede ver el fondo, cuando los pensamientos se callan se percibe la esencia del Ser. Cuando el lago se aquieta su superficie se vuelve prístina y cristalina y devela su secreto, su fondo. Así también cuando la mente se aquieta devela la paz más profunda posible de experimentar.
Desde el Hatha Yoga podemos decir que el viento que agita la superficie del lago es el prana que se mueve incesante el que agita la superficie de la mente, produciendo los incesantes pensamientos. Es por ello que cuando practicamos asanas o posturas y pranayama o respiración, lo que hacemos es indirectamente controlar el prana o las energías sutiles del cuerpo para que deje de agitar la mente y el pensamiento llegue a su fin, por medios absolutamente inocuos y sin ningún esfuerzo.

La meditación para cambiar el mundo

"Lo esencial es ver que uno está confundido, que toda acción, toda actividad que provenga de esa confusión también debe ser confusa. Lo esencial pues, es ver que uno está confundido y no tratar de escapar a ello, no tratar de encontrar explicaciones para ello, estar alerta pasivamente y sin optar."
Jiddu Krishnamurti

La sociedad en su conjunto es una unidad compleja que posee su propio dinamismo, pero no es posible pensar la sociedad sin sus integrantes, y su dinamismo depende en parte de la actividad conjunta de sus miembros.
Su funcionamiento global refleja en parte su estructura y define la situación de sus miembros. Es un todo donde un cambio en la estructura impacta sobre sus elementos, pero también un cambio en sus elementos impacta en la estructura.
Es por ello que el cambio ha de venir primero desde adentro. Pensar que debe venir desde afuera es poner la responsabilidad en una abstracción imposible, ya que en definitiva no existe sociedad sin sus elementos.
Una persona que por medio de la meditación adquiere paz en su vida, ya no sale a buscar desenfrenada objetos de goce, que por lo demás demuestran ser siempre perecederos y causar dolor por su pérdida. Esa persona encuentra en su interior la paz que necesita, y su mente se serena creando a su alrededor un clima de paz y de armonía. Comienza a respetar la vida en todas sus formas, porque ha entrado en contacto con la energía latente de la vida en su interior. Una persona que medita se vuelve pacífica, o sáttvica y no necesita enredarse en los juegos neuróticos del dolor hacia sí y hacia otros. Obtiene un contentamiento que le permite vivir de forma sencilla, no necesitando enredarse en la incansable tarea de adquirir más a costa de los que menos tienen.
Esto se refleja en que produce un entorno más equilibrado y armonioso, ya que emana de sí mismo la alegría de la paz que experimenta la mente cuando se serena completamente.
Esto no es una utopía ideal, sino que se encuentra al alcance de todos, basta con plantearse sinceramente que se espera de esta corta vida de unos 60 o 70 años. Basta contemplar la falta de armonía y amor que hay en todo el mundo, y preguntarse por su razón de ser. Basta con un poco de práctica regular de los principios del Yoga que son claros y precisos.

El proceso y los efectos de la meditación

"La comprensión llega cuando uno está quieto, cuando la mente está en silencio. Y si usted ve la necesidad de que la mente esté en silencio, entonces la comprensión es inmediata."
Jiddu Krishnamurti

Dijimos que lo esencial en la meditación es aquietar la mente. Esto se puede lograr por medios diferentes. En Hatha Yoga por medio de las posturas y el control consciente de la respiración manejamos indirectamente los sutiles hilos de la mente, y ésta se vuelve mansa, se aquieta de forma natural y gradual. La mente fascinada por las sensaciones del universo corporal disminuye sus actividades a un mínimo, economizando la energía nerviosa del organismo. Por otro lado el profundo efecto de las posturas y de la respiración sobre el sistema nervioso aquieta la mente de forma extraordinaria y produce una sensación de paz profunda y de armonía interior. La dualidad mente-cuerpo generada en parte por la alienación del pensamiento se diluye, alcanzándose cierto estado de unidad (Yoga).
Este es un proceso gradual, hay matices, y solo la práctica regular a lo largo de años genera un estrato de paz perdurable en la mente. Pero desde el comienzo mismo de la práctica uno puede percibir los efectos. Desde el comienzo mismo uno comienza a ser conciente del incesante movimiento del pensar y de la profunda alienación que este incansable movimiento genera.
Está demostrado que la práctica de la relajación y la meditación ( pues están profundamente relacionadas) es saludable para el cuerpo y para la mente. Muchas terapias psicológicas se basan en la relajación del cuerpo y de la mente (meditación) para lograr sus logros terapéuticos sobre el paciente. La meditación actúa profundamente sobre el sistema nervioso parasimpático disminuyendo el estrés y la tensión nerviosa. El efecto del sistema nervioso parasimpático sobre los órganos del cuerpo les devuelve su armonía, relajando el corazón y la presión arterial por medio de la vasodilatación. Las endorfinas que se liberan en el cerebro producen un estado de alegría y paz profundo. Los tejidos y las células se regeneran. La neurosis disminuye.
La practica de la meditación se encuentra al alcance de todo el mundo, y es de gran ayuda para tratar cualquier tipo de enfermedades.


La meditación y su práctica

La práctica avanzada y profunda de las posturas del Hatha Yoga es de por sí una forma de meditación. Aquí nos referimos a lo "avanzado y profundo" no en el sentido de hacer más o menos todas las posturas o de tener una flexibilidad mas o menos buena, ni de tener una postura física más o menos perfecta, sino que nos referimos al estado que alcanza la mente en cada postura, al estado de profundización mental en cada postura. Un asana o postura sin un estado "meditativo", concentrado y relajado de la mente no es más que un simple ejercicio físico, muy beneficioso por lo demás para todo el sistema fisico, nervioso y energético. De nada sirve hacer más o menos "acrobacias" con el cuerpo si la mente no se encuentra centrada y relajada. Y este es el índice fundamental que nos permite separar "la paja del trigo" de lo que es la verdadera y tradicional enseñanza del Yoga. Particularmente en occidente se ha desvirtuado la esencia misma del Yoga tendiendo a ser una práctica gimnástica ,un tanto especial por cierto, con fines puramente estéticos o terapéuticos y poniendo el énfasis en la perfección de lo corporal en desmedro de la correcta actitud interior. Y esta es una de las más grandes diferencias que tiene el Yoga y que la distancia profundamente con respecto a las gimnasias y terapias occidentales.
Para poder progresar en la meditación se requiere que el cuerpo se vuelva saludable, tanto desde el aspecto funcional como desde el aspecto energético, y esto se logra por medio de la práctica de asanas o posturas, de pranayama o respiración y de una alimentación sáttvica o pura basada en el vegetarianismo que propicie el equilibrio de la mente y le de la suficiente estabilidad para proceder a la exploración interior y que energéticamente propicie la libre circulación del prana o energía vital.

Práctica de la meditación en la postura de sentado

Expondremos aquí una técnica básica enseñada por Swami Vishnu Devananda. Son enseñanzas sencillas y prácticas para lograr el estado de meditación y de paz profunda.
Para la práctica de la meditación se le puede dedicar un tiempo exclusivo en donde el cuerpo y la mente se encuentren en perfecta quietud.
Se debe en lo posible dedicar siempre el mismo lugar físico a esta práctica puesto que favorece a crear un hábito positivo en la mente.
El factor fundamental y clave del éxito es la regularidad en la práctica y la progresión suave.
El momento más favorable para su práctica es por la mañana temprano, donde la mente se halla más serena y el cuerpo relajado. Por otro lado la ciudad todavía se encuentra en calma favoreciendo un clima de armonía.
Nos centraremos ahora en la práctica de la meditación en un asana o postura en particular: la postura de sentado. Esto es una postura que tiene que resultar cómoda durante suficiente tiempo, ya que se la debe mantener en completa inmovilidad y se debe permanecer completamente firme y relajado en ella. Esto es sentado sobre los isquiones con las piernas cruzadas, la espalda bien derecha en línea con el cuello y la cabeza y los hombros relajados. Las manos descansan sobre las rodillas o sobre el regazo. La práctica regular de asanas o posturas Yoga permiten que uno pueda permanecer sentado en perfecta quietud y relajación por el término de horas.
Los ojos permanecen cerrados durante toda la práctica.
Se comienza con concientizar la respiración haciendo unas respiraciones profundas, lentas y conscientes. Luego se hace la respiración natural pero regular y rítmica.
Se elige un punto de concentración mental que puede ser entre las dos cejas (ajña chakra) o en el centro del pecho (anahata chakra) y se posa la toda la atención mental en dicho punto, con la respiración rítmica y lenta. El cuerpo debe permanecer totalmente inmóvil. Al principio resulta dificil centrar la mente en el punto elegido, puesto que tiende a distraerse en vagos pensamientos, pero no hay que desesperar y con paciencia y suavidad, cuando uno es consciente de la dispersión de la mente, se la vuelve a posar en el punto elegido. Así haciendo este trabajo una y otra vez durante todo el tiempo de la práctica, que al principio puede ser de 10 o 20 minutos. Hay que tener paciencia, perseverancia y regularidad.
Progresivamente la mente se va acostumbrando a este ejercicio, y se va serenando en el punto de concentración elegido, quedando fascinada como una serpiente que queda fascinada por el sonido de una dulce flauta. Y se va sintiendo un estado de dicha y de paz que brota desde el interior.
Este trabajo se puede acompañar según la necesidad de cada uno, con la repetición mental y lenta de un mantra o un sonido que puede ser el Om. Así cada vez que se inhala de forma lenta se repite mentalmente Om y cada vez que se exhala de forma lenta se repite mentalmente Om. Dejo que el sonido del Om vibre en la mente de forma lenta y regular. Esto puede ser de gran ayuda para reemplazar las ondas desordenadas de la mente por una onda regular y pacífica.
El punto culminante de la experiencia de la meditación según el Yoga se conoce como Samadhi en donde el perceptor y lo percibido se funden, el experimentador y lo experimentado se vuelven una misma cosa y se trasciende las dualidades, alcanzando el estado de Yoga o unión interior. El Meditador adquiere una paz y dicha interior indescriptible y conoce de primera mano su esencia última. Esto lleva tiempo de práctica regular y perseverante, no existen métodos milagrosos ni instantáneos, solo la práctica y el trabajo gradual y perseverante llevan el barco a buen puerto.
Invitamos a todo el mundo a que haga la prueba y experimente por sí mismo los beneficios que se derivan de esta práctica tanto para la persona que la realiza como para su entorno y para la sociedad en general, generando un cambio desde el interior. Cualquier persona sana, o enferma puede obtener beneficios psico físicos de la práctica de la meditación. Por medio de ella se puede ayudar a eliminar adicciones, ansiedades y miedos.
Es posible generar un cambio positivo en la propia vida y volverse saludable por medio de la práctica de la meditación. Nadie se arrepentirá de hacer la prueba, no hay duda de ello.

Om Shanti !
Om Paz !









miércoles, 30 de enero de 2008

TAISEN DESHIMARU -----MAESTRO ZEN



Nunca le llamamos de otra manera que no fuera Sensei. Para nosotros, el gran Buda Deshimaru, era Sensei; en castellano "el antiguo", un nombre bastante simple: en Japón se llama así al abuelo de la familia o al maestro de escuela. Para aquellos que lo conocieron, que representaron tal vez aún más que sus propios hijos, Sensei significa...
Tal vez significa noventa budas que se encarnan de repente delante de nosotros sin vanidad alguna. Es tan sorprendente, y tal vez tan peligroso, como lo es ganar en la lotería, pero una vez millonario, uno se acostumbra a ese estado muy rápidamente y al cabo de algunos meses esa situación nos parece casi normal. Y luego, un día, sin esperarlo nos encontramos sin un céntimo porque lo gastamos todo, se acabó; sólo nos queda recordar lo que hicimos con ese dinero cuando éramos ricos.
Recuerdo la ceremonia de inhumación de las cenizas de Sensei en el Templo de La Gendronnière, después de haber traído sus cenizas, yo y otros discípulos, desde Japón. Me habían pedido que hiciera un pequeño discurso y dije esto:
"Sensei !!!
¿Dónde está ahora?
En esta urna hay huesos y cenizas.
De sus rodillas,
De su nuca estirada,
De sus manos en zazen.
¡Despojado del cuerpo y del espíritu!
Su cuerpo en la tierra,
Su espíritu en el cosmos
Y su enseñanza, sus discípulos, aquí, allí, frente a usted,
No están separados, son una unidad.."
Después leí un poema escrito por nuestro maestro en la forma zen más tradicional:
"El largo mugido del buey de piedra planea sobre los campos,
Afuera sólo es vacuidad..
El relincho del caballo de madera resuena en el valle,
Las montañas han ocultado la luna."
Este poema que usted escribió, no podemos explicarlo con palabras pero parece perfectamente adecuado para la situación. E incluso si no tenemos el satori, debemos continuar su enseñanza.

Sensei nos decía :
"Antes de convertirse en Buda, deben convertirse en un hombre verdadero, entender la verdadera especificidad del ser humano."

En un texto zen muy antiguo, está escrito :
"La verdadera naturaleza de nuestra ignorancia es, en sí misma, nuestra naturaleza de buda. Este cuerpo, vacío e ilusorio, es, en sí mismo, el cuerpo de la Ley."

El Maestro Deshimaru, aún antes de convertirse en un Buda viviente, era cien por cien humano. Personificaba no sólo a la especie humana en su mayor alegría y generosidad, sino que sus amigos decían de él que era el último japonés de una época que llegó a ser mítica, aquélla de las historias antiguas de Japón. Nos transmitió el zen, pero también mucho de la cultura popular de su país. No imagináis cómo esta cultura es complementaria de la cultura francesa, tanto como los dos hemisferios del cerebro son indispensables para el buen funcionamiento de la mente.

"Un elenco de artistas trashumantes daba un espectáculo al aire libre y los espectadores rodeaban el tablado donde actuaban. Perdido, allá, lejos del gentío, había un enano que, por supuesto, no podía ni ver ni escuchar lo que pasaba sobre el escenario. Sin embargo, cada vez que la gente se reía y aplaudía, el enano también se reía y aplaudía; cada vez que la gente lloraba y se lamentaba, el enano también lloraba y se lamentaba."
Ésta es una vieja historia que su madre le contaba cuando era pequeño antes de dormirse.

Yasuo Deshimaru nació en 1914, el 29 de noviembre, en un pueblecito del sur de Japón, río abajo del Chikugo, que serpentea sobre la planicie de Chikusi, cerca de la ciudad de Saga. Su infancia transcurrió en la atmósfera de un Japón rural, aún muy tradicional. Su padre era un pequeño armador; presidía las sociedades agrícolas y de pesca del pueblo. Era muy autoritario y soñaba con un futuro brillante para su hijo:
"Mi hijo tiene que ganar mucho dinero y llegar a ser alguien importante, ¿por qué no ministro?¿O un gran empresario?"
Siempre se lamentó de que Yasuo concediera tanta importancia a la religión y derrochara tanta energía en seguir y ayudar a su maestro, Kodo Sawaki. Hasta su último día, exhortó a su hijo a que fuera serio y que se concentrara con determinación en triunfar socialmente y ganar mucho dinero para poder honrar a la familia. Cuando su padre murió, Sensei sintió verdadero dolor, dividido entre el deseo de cumplir con la voluntad de su padre y la necesidad visceral de seguir su vocación religiosa. Habló acerca de eso con su maestro Kodo Sawaki, y le expresó, como ya había hecho numerosas veces, su deseo de convertirse en monje. Pero como las otras veces, el Maestro Sawaki lo echó, y, esta vez le dijo:
"No debes defraudar a tu padre. Concéntrate en lo que te pidió que hicieras. El zen no está separado de la vida, debes experimentar todo: el éxito y el fracaso, la riqueza y la pobreza. Tal vez, un día, con tu experiencia - si es que no te hundes bajo el peso de tu karma y te olvidas del zazen - podrás ayudar a los demás. "

Entonces consiguió un empleo como gerente de una fábrica de galletas y se casó, aunque habría preferido la vida de monje. Fue justo al tiempo del nacimiento de su primer hijo - un varón - cuando estalló la guerra y Deshimaru, equipado con el rakusu de su maestro, partió rumbo a Indonesia.
En cuanto a su madre, era todo lo contrario a su padre: llena de compasión y de una gran delicadeza, creía con fervor en el Buda Amida. El Buda Amida es el que salva a todas las existencias; su compasión es tan grande que dice: "Hasta los buenos serán salvados. ¡Con más razón, los malos!" Su mamá no pasó un sólo día sin rezarle. Era tan respetada en el pueblo que mucha gente se preguntaba si no sería una encarnación de la diosa Kannon. A través de su ejemplo, inculcó desde la infancia profundos sentimientos religiosos a su hijo. Yasuo tenía dos hermanas mayores y dos hermanas menores; era el único varón en medio de estas cuatro hijas.

Como en ese momento en el pueblo no había escuela primaria, durante su primera infancia, Yasuo fue criado, principalmente, por su abuelo; un apuesto buen mozo que tenía una fuerza extraordinaria, aunque ya estaba bastante viejo. Maestro en el arte del yawara (arte marcial ancestro del judo y del jiu-jitsu), enseñó durante el periodo Meiji a importantes samurais. Por tanto, enseñó a su nieto los rudimentos de su arte aún antes de que supiera escribir y lo mandaba a rodar por las esteras sin preocuparse por el tamaño del niño. Con lágrimas en los ojos, Yasuo apretaba los dientes y volvía al ataque gritando: "¡Obangyaka!" (Viejo bandido).
Pero incluso cuando ya era realmente anciano, el abuelo aún conseguía colocarle un "ashibarai" que lo lanzaba volando antes de caer pesadamente al suelo.

Es realmente difícil para nosotros entender la mentalidad japonesa; primero, porque Japón es una isla (y ya sabemos que todos los isleños han sido siempre bastante originales comparados con los habitantes del continente), y segundo, porque dicho país ha pasado en poco menos de un siglo, de la Edad Media y el Feudalismo a la más absoluta modernidad en un sistema democrático. El Maestro Deshimaru es uno de esos hombres que han conocido el tránsito entre esas dos eras y que han sabido adaptarse a esa situación de una manera absolutamente asombrosa.
Al finalizar la escuela primaria, el joven Yasuo conoció a un gran profesor de dibujo cuyo nombre era Tanahaka Suishi, quien le enseñó el arte del sumi-e japonés. Durante todo un periodo Yasuo se apasionó con la acuarela japonesa. Al cabo de unos años, como era el alumno preferido de su profesor, éste lo empujó a entrar en la escuela de Bellas Artes de Ueno, en Tokio. El maestro estaba convencido de que Yasuo llegaría a ser un gran pintor. Pero cuando Yauso tuvo la desgracia de comentarle esta idea a su padre, la reacción de éste no se hizo esperar: "¡Pongo a Dios por testigo! ¡Mientras viva, nunca serás pintor! " Diciendo esto, le pegó una patada: "Como eres mi hijo, será mejor que entres inmediatamente en una escuela de negocios, ya que un día tendrás que ocupar mi puesto." Esas palabras dejaron desconsolado a Yasuo, que comprendió que nunca iba a poder realizar uno de sus sueños de infancia más queridos. El deseo de su padre era que entrara en una gran escuela (una escuela de negocios, e incluso una escuela militar) que, en aquella época, eran gratuitas. El padre de Yasuo, que había combatido valerosamente durante la guerra Ruso-Japonesa, hubiera deseado que su hijo, aprobara en primer lugar en el ejército...
Así, abandonando muy en contra de su voluntad su proyecto de entrar en la escuela de Bellas Artes, Yasuo tuvo que presentarse al examen de ingreso de la Escuela Militar. Por suerte, durante la revisión médica, resultó ser miope y fue declarado exento.

La promoción en la que debía haber tomado parte fue diezmada en el frente durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Si no hubiera sido declarado exento, habría tenido muy pocas opurtunidades de escapar a la hecatombe, más aún cuando, debido a su carácter, seguramente habría luchado en las primeras filas, listo para correr grandes riesgos.
Entonces, lo que fue considerado mala suerte por el padre, resultó ser una suerte para el hijo.Después de este fracaso que lo preservó del ejército, su futuro le parecía bastante negro. Terminó presentándose humildemente en el Colegio de Saga, cuestionándose con ansiedad qué pasaría con él. Un poco más tarde, debido a la insistencia del padre, Yasuo tuvo que aceptar abandonar los estudios para ayudarlo en su trabajo. Cargaban carbón dentro de sus barcos a vapor en las minas de Mike; después, iban río abajo y paraban para entregarlo en todas las fábricas de ladrillos por las que pasaban. Trabajaba con estibadores muy fuertes que le dieron la responsabilidad de pesar los sacos de carbón. Una vez, en sus inicios, cuando todavía estaba a disgusto en su trabajo, resbaló en la pasarela que unía el barco con la orilla y fue a parar al lodo. Como estaba completamente enfangado, los estibadores tuvieron que juntar todas sus fuerzas para conseguir sacarle de allí. Empapado, manchado de lodo, se echó cuan largo era sobre la orilla y se preguntó si su destino no sería caerse sin cesar en el lodo...
Cuando volvió a ver a su primo Tamotsu, éste estaba en uniforme de estudiante y él en ropa de trabajo. El oficio que quería imponerle su padre no le satisfacía mucho pero, por suerte, el padre terminó aceptando que Yasuo no deseaba en absoluto llevar la misma vida que él y sucederlo en sus negocios. De manera que adoptó a un joven que, más adelante, pudiera ocupar su lugar, lo cual era entonces una costumbre habitual en Japón. Yasuo pudo por tanto retomar sus estudios. La familia Majima, una familia del vecindario, de Saga, le ofreció una habitación en su casa para que pudiera trabajar allí. Es aquí donde tuvo su primer encuentro con el Maestro Kodo Sawaki, quien un día iba a transformar su vida por completo.

Sensei contaba: "Sawaki, que, por aquel entonces vivía en los alrededores de Kumamoto, bajaba de vez en cuando a Saga para dar alguna conferencia. Durante esos días le daban mi habitación y yo tenía que dormir en otro cuarto. Un día, cuando vio esto, me llamó y me dijo: "¡Pero quédate y duerme aquí!" Y me ayudó a transladar mi cama y mis cosas a su habitación. Yo tenía dieciocho años, en esa época, y Kodo Sawaki alrededor de cincuenta. Caí inmediatamente bajo su hechizo. Vestía muy modestamente, con un viejo kolomo marrón descolorido, y llevaba siempre una especie de bolsa alrededor del cuello. No obstante, su porte majestuoso imponía respeto. "Deshimaru! -me decía con fuerte voz cuando entraba a mi cuarto.-¡Vengo a molestarte otra vez!." Y sacaba de su bolsa de monje unas galletas de sésamo. Cada vez lo quería más y lo admiraba; sin embargo, no podía decidirme a ir a escuchar sus conferencias. El zen y el zazen eran, para mí, parte de las actividades religiosas prohibidas, porque mi familia pertenecía a la secta "Jodo Shin Shu". El mismo Maestro Kodo Sawaki nunca dijo una palabra del Zen; simplemente, tomábamos el té y comíamos pastas juntos y dormíamos en el mismo cuarto.

Particularmente me acuerdo de que una noche de verano, húmeda y pegajosa, cuando estábamos acostados debajo de la mosquitera y me había dormido, oí que se movía y daba una palmada. Esto me despertó. Eran los mosquitos: había una cantidad increíble dentro de la mosquitera. Miré con detenimiento y vi un gran agujero. "¡Vaya! ¡Estos mosquitos son realmente corrosivos!" dijo Kodo Sawaki, tratando de tapar el agujero con una almohada. Yo no veía adonde quería llegar. "¡Bueno! ¡Al menos los que están fuera no entrarán!. Pero, ¿Qué vamos a hacer con los que están adentro?. Los podemos matar uno por uno, pero ¡mucho me temo que eso nos va a llevar toda la noche! Creo, -dije- que lo mejor sería quitar el mosquitero y volverlo a poner de nuevo. Tienes razón - me dijo - ¡Vamos allá! ¡Ah, Saga es realmente un pueblo plagado de mosquitos! ¡Por suerte sabes como manejarlo!" Mientras sostenía el mosquitero en alto, yo cazaba los mosquitos con un abanico. Por fin, después de muchas persecuciones, pudimos volver a instalar el mosquitero. Pero una vez acostado, me di cuenta de que quedaban algunos dentro: "¡Maestro, quedan algunos!.." No hubo respuesta. Estaba roncando tranquilamente y yo ya no pude dormir. "¡Es increíble!¡Es más duro que uno de Saga!"
Yasuo continuó su adolescencia soñando con las Américas y el éxito mientras proseguía sus estudios de economía, soñando con la pureza y el idealismo mientras estudiaba Budismo en la Universidad. Budismo Teórico, por supuesto. Aunque, un buen día, cuando estaba en el tercer curso de estos mismos estudios y seguía con gran interés los cursos de Moral Budista del Profesor Asahi, así como sus comentarios a cerca del Mumonkan y del Hekiganroku (textos ineludibles de la literatura zen), este último y uno de sus amigos consiguieron convencerle de que participara de una sesshin de Zen Rinzai en el templo Enkaku-ji. Aunque en esta época Yasuo tenía la sensación de estar cometiendo una herejía y de traicionar el "Jodo Shin Shu", sentía un gran respeto por el profesor Asahi y al final, decidió ir a Uinokama en lugar de volver a Saga, como hacía todos los fines de semana. Allí descansó un poco antes de empezar la sesshin. Al día siguiente, pasando por debajo de la gran puerta, penetró en el Templo Korin-ji: ésta fue su primera sesshin.
"Nos despertaron brutalmente a las dos de la mañana - dice Deshimaru -. Me pregunto si no sería el entrenamiento habitual de kendo, del cual yo era quinto dan en aquel entonces, lo que me daba una actitud involuntariamente arrogante; además el joven monje encargado de dar el kyosaku y de vigilar las posturas se ensañó con mi espalda durante los ocho días que duró la sesshin. Con repetidos golpes de los grandes kyosakus que se utilizan en el Rinzai Zen, me pegaba en los hombros ya rojos e inflamados. En los ocho días que llevaba allí, ni siquiera había visto al Profesor Asahi, ni a ningún maestro sensato ser el dirigente de esta seshin. Empezaba a preguntarme si este Zen, acerca del cual tanto había oído hablar, no consistía simplemente en ser golpeado por estos jóvenes monjes. Estaba pues en plena duda cuando, por inadvertencia, cansancio o distracción, el monje torpe y sádico, que se ensañaba conmigo desde hacía varios días, falló el golpe y me dió en la cabeza. Entonces, tal vez sea eso a lo que llaman satori, me olvidé de todo y me encontré, no sé cómo, de pie con el kyosaku entre mis propias manos, atizando al joven monje como se merecía. Surgieron monjes de todos lados y los mandaba a volar por los aires gritando esos grandes "kwats" que tanto aprecian los Rinzai. Querían Zen, ¡iban a tenerlo! "¡Escúchenme bien todos ustedes! ¡Su Zen no tiene nada que ver con la religión, es sólo violencia y fascismo! ¡Nunca más voy a respetarlos y nunca más en mi vida voy a practicar zazen!"
Yasuo hizo r&aacutepidamente su mochila y dejó atrás templo y montaña. Se fue a buscar al Profesor Asahi, que vivía en el templo Joshi-ji, y le contó toda la historia, le habló de su indignación y le explicó que había decidido volver a casa. El Profesor soltó una gran carcajada. ¡Desde que existe ese templo no se ha visto ni oído una historia semejante!
A lo mejor no conocen los preparados japoneses: son grandes boles de pasta al estilo chino que se toman en cualquier pequeño tenderete de la esquina. No saben lo deliciosos que están, sobre todo después de ocho días de privación. Bueno, Deshimaru asegura que se tragó siete de esos boles antes de saciarse. Por el momento, Yasuo Deshimaru no había encontrado la forma religiosa adecuada para él y, aunque continuaba estudiando con su Profesor de Budismo, puso más concentración durante el siguiente periodo en sus estudios de economía y su sueño de América. Estos dos mundos que lo atraían eran tan diferentes, tan contradictorios:
es raro que los economistas se interesen por cuestiones religiosas; por otro lado, los Maestros Budistas nunca tienen en cuenta los problemas económicos, que sin embargo, determinan la vida cotidiana de cada uno. ¿Por qué era así?. ¿Por qué semejante incompatibilidad?. ¿Nuestra existencia no está acaso influenciada por unos y otros?. Para el adolescente que era, ésa era una pregunta crucial. No podía encarar el hecho de que el seguir un ideal espiritual pudiera obligarlo a dar la espalda a las ventajas que la civilización materialista le podían procurar.
Pensaba que el que elegía la vida espiritual estaba condenado a vivir en soledad y a alimentarse de sopa de arroz. En el mundo de los negocios, la honestidad de un hombre así le hubiera valido las peores vejaciones y, encima, le habrían ridiculizado. Por otro lado, aquél que no buscara más que el éxito, y el disfrute material, se encontraría a sí mismo arrastrado a una despiadada competición hecha de cálculo, traición y desconfianza, en la que no llegaría más que a perderse a sí mismo. Estos dos mundos parecían incompatibles y sin comunicación entre ellos. Coexistían ignorándose mutuamente. A Yasuo le parecía que conocía esta situación desde su más tierna infancia, entre un padre de una integridad absoluta, pero profundamente materialista y una madre que no vivía más que para la fe. Incluso si vivían en una aparente armonía, sus opiniones y visión del mundo eran irreconciliables, como lo son la espiritualidad y el materialismo.

En aquel tiempo de la post-adolescencia en la que Yasuo Deshimaru se buscaba a sí mismo, sentía unas enormes ganas de conocer mejor el mundo occidental. Se propuso, pues, estudiar el inglés muy en serio. Sus profesores, americanos y japoneses, eran todos muy severos y le obligaron a aprender a base de interminables listas de palabras difíciles de pronunciar para un japonés- en esta época
en la que el inglés no era, como hoy, oído y hablado en todas las partes del mundo. Sin embargo, Yasuo se empeñó con tenacidad. El domingo, para estar en un ambiente anglófono, asistía a los oficios de la iglesia baptista y aprendía capítulos de la Biblia. En este momento, descubrió con interés la religión judio-cristiana -sobre todo porque la hija del pastor, que enseñaba religión y también inglés, estaba lejos de dejarle indiferente. El joven Yasuo tomó un profundo placer a frecuentar a esta joven, gracias a la cual, descubriría toda la cultura occidental. De cuando en cuando, ella organizaba reuniones en las que enseñaba los bailes de moda. Le sedujo su brillante inteligencia y un sentimiento amoroso pronto se mezcló con el interés cultural, que retiró de sus visitas. El mundo japonés cambiaba, mundo que había permanecido tanto tiempo y voluntariamente encerrado en sí mismo. Las diversas influencas políticas que sacudían al mundo no dejaron indiferentes a algunos de sus profesores que, influenciados por los ideales marxistas, le empujaron a leer a Marx y Engels para que fuese capaz de participar en sus debates. A Yasuo le interrogaban estas teorías particularmente revolucionarias en relación a la cultura nipona de esta época.
Sin embargo, lo que le chocaba, era el modelo exclusivamente materialista y unilateral de la sociedad propuesta por estas filosofías políticas revolucionarias. Pero, ¿qué era de los principios puramente espirituales del cristianismo?: "Yo me sentía incapaz,
decía, de adherirme incondicionalmente a uno u otro de estos extremos".
Total, Yasuo recibió pronto su diploma de fin de estudios. Sin embargo, aunque uno de sus maestros le había aconsejado proseguir sus estudios de historia económica, prefirió entrar en una empresa que, con un poco de suerte, un día le enviaría en misión a los Estados Unidos : su sueño entonces por fin se realizaría. Después de superar el examen de entrada en la firma Morinaga gracias a su buen nivel de inglés, debutó en este nuevo sitio.
Su familia estuvo encantada de verle establecido y en condiciones de ganarse la vida, pero él se dio cuenta de que había muy pocas posibilidades en este trabajo de ir un día al extranjero, veía sus días discurrir en una rutina triste y monótona. Su primo Tamotsu, ferviente admirador de Takakusujun Chiro, se convirtió en presidente de la nueva asociación de jóvenes budistas, movimiento que tenía por misión, no sólo poner dique a las olas fascistas que comenzaban a agitar Japón, sino también reformar las sociedad sobre nuevas bases budistas. Desgraciadamente, este movimiento fue disuelto por estar aliado al Frente Popular que, por otra parte, iba a traicionarle algún tiempo después. Yasuo se volvía cada vez más excéptico respecto a la integridad del
gobierno y de todos los movimientos políticos japoneses, fuesen cuales fuesen. En realidad, sus dudas no eran sin fundamento. Un día se enteró de que el general Majima - que en otro tiempo había sido alumno de la escuela de Saga donde Yasuo hizo sus estudios, y por el cual sentía una enorme admiración - había sido arrestado por la policía como sospechoso de haber participado en los motines del veintiseis de febrero de mil novecientos treinta y seis. Este arresto fue para él un terrible shock, no podía creer ni por un momento que Majima pudiese ser un traidor. En realidad, el general simplemente había protestado contra la política
fascista del clan militar Tosheya. La situación política empeoraba día a día, acrecentando la cólera y el sentimiento de soledad de Yasuo Deshimaru. Muy ajeno al medio y a la mentalidad de sus compañeros de trabajo, se volvió melancólico y se sintió insatisfecho. Le parecía imposible hablar de sus miedos y angustias a sus colegas que no se sentían para nada afectados por estos problemas. Por otra parte, dudaba en adherirse a la asociación político-religiosa dirigida por su primo cuyo sectarismo le asustaba un poco. Como no conseguía resolver sus dilemas, todo para él tenía un gusto a cenizas. Sentía poco interés por las chicas, el vino, las diversiones superficiales o por un eventual aumento de salario. Creía que nunca podría consagrar su existencia a los negocios. La vida que le parecía, pues, más o menos desprovista de sentido. Entonces, ¿cómo iba a vivir si ni los placeres y los deseos ordinarios de la vida ni la integración en el trabajo le satisfacían?
ISe sentía extremadamente y profundamente solo. Había leído en la Biblia esta frase: "No es bueno que el hombre esté solo". Le habría gustado mucho encontrar una compañera, pero sin duda aún no había llegado el momento. Es por esta época, más o menos, cuando recibió una carta de la mujer del general Majima - que extraño es el destino - sugiriéndole que fuese a visitar al Maestro Kodo Sawaki que vivía en el templo de Soji-ji,
en los alrededores de Soromi, quien se había convertido en godo (el godo es el responsable de la enseñanza del zazen y de la disciplina del monasterio). Siguió su consejo, pensando que quizás Kodo Sawaki le aportaría alguna ayuda para resolver todos los problemas que le atormentaban.
Deshimaru cuenta su primera visita al templo de Soji-ji : "Llegué, dice, delante del gran pórtico que guardaba la entrada del recinto del templo. En el interior, se distinguían pinos muy grandes, inmensos e imponentes, cuya elevada copa se sumergía en las nubes.
Ocultaban el edificio principal. La más completa limpieza reinaba en el templo, en contraste con las calles del barrio de alrededor, polvorientas y cubiertas de desechos. Me quité los zapatos a la entrada y pregunté el camino. Varios monjes con largos ropajes negros esperaban a los visitantes detrás de un mostrador. Tímidamente, les pregunté si podía ver al Maestro Kodo Sawaki. Un joven monje silencioso me guió enseguida a través de los largos pasillos hasta la habitación del godo. El ambiente era tranquilo. Era mediados de otoño, los gorriones piaban en el jardín en medio
de crisantemos anaranjados. Me anuncié timidamente a la puerta y Sawaki, que me esperaba, me gritó inmediatamente con su profunda voz : "¡Entre!". Abrí la pared corredera y le encontré en postura de zazen, imóvil, tranquilo y fuerte, como un dragón listo para saltar. Muy sorprendido, le miré fijamente. No se movió. Me anuncié de nuevo. No hizo ni un movimiento, ni siquiera me echó un vistazo pero, con la misma voz plena y fuerte, me soltó: "¡Espera un poco! Majima me dijo que vendrías a visitarme, estaba impaciente por verte." Al fin, después de unos instantes, se volvió y me escudriñó desde el fondo de sus ojos de color almendra que eran vivos y brillantes. No pude decir nada, pero le devoré yo mismo con la mirada. Tenía alrededor de cincuenta años. Aunque habiéndole ya conocido cuando era más joven, sólo en ese momento sentí su fuerza con tanta agudeza, y la comunicación que se estableció entre nosotros fue como una enorme ola barriendo todas mis cavilaciones del momento, instantaneamente. Tras abandonar la postura de zazen, cruzó con firmeza los brazos en las mangas de su hábito. Su apariencia era sólida como una montaña, pero emanaba de él una dulzura universal. Me preguntó simplemente por mi trabajo.
"No va como me gustaría, respondí.
-¿No eres demasiado difícil y demasiado orgulloso?"
Sus palabras llenas de un caluroso interés me llegaron a lo más profundo de mi mismo. Tenía razón.
"Me tengo un poco por el gallo de Saga, le dije.
-Ah, ¡tú también te acuerdas de esa historia! dijo echándose a reir. Pero tengo la impresión de que los gallos no son los únicos en subírseme a las barbas. ¡A los hombres también les gusta hacer lo mismo!"
Tuve la impresión de que este comentario iba dirigido a mí, de repente, ya no tuve ganas de hablar de lo que me preocupaba. Me dijo :
" Venme a visitar siempre que quieras, eres bienvenido aquí".
Acepté esta invitación con diligencia, pues me indicó que el domingo organizaba una sesión de zazen en la cual yo podría participar.
" Pero te prevengo, duelen las piernas, me dijo.
- Oh, lo sé, hice zazen en el monasterio de Enkaku-ji cuando era estudiante, le dije. Y le conté lo que había pasado.
- ¿Qué clase de salvaje eres? dijo. Eres un chiquillo insoportable, has debido de ser muy difícil de educar. No hagas eso, aquí, en mi dojo, soy yo quien da el kyosaku, y no te mataré a palos. Sin embargo, soy extremadamente severo en cuanto a la postura
- ¿Qué quiere decir? Me gustaría mucho que me mostrase como sentarse. "
De primeras, el Maestro Kodo Sawaki pareció no haber entendido lo que le preguntaba. Sin embargo, un minuto después, cogió un zafu y lo colocó delante de mí:
" Siéntate, te lo voy a mostrar.
- ¿Qué? ¿Aquí? ¿Ahora mismo?
- ¡Sí, sí!". Comencé a arrepentirme de mis palabras. Tenía la impresión de estar pasando un examen. Tenso y nervioso, no tuve pues más remedio que sentarme como me habían enseñado en Enkaku-ji. Me examinó un momento y después comentó:
"Tu postura es correcta y está llena de energía, pero tus manos están mal colocadas. Hay que poner la mano derecha en la mano izquierda, la mano izquierda sobre la mano derecha y juntar los pulgares. También tienes que bascular bien la pelvis hacia adelante, para que estires completamente la columna vertebral.
- Entiendo.
- No se trata de entender. Vas a tener que intentarlo innumerables veces antes de llegar naturalmente a esta postura. Bueno, disculpame, ahora tengo que ir a dirigir el zazen. En mi ausencia, te dejo estas frutas: estos kakis son para tí. Estaré
de vuelta en una o dos horas".
Me peló él mismo un kaki, después, se dirigió a una estantería, y cogió dos o tres polvorientos libros de encuadernaciones antiguas a los cuales añadió una libreta de notas mugrienta.
"Creo que te gusta leer. Harás bien leyendo ésto. Así cambiarás las tonterías clásicas que lees". Acababa justamente de leer en Takiguchi Yudo: "La literatura habitual es casi siembre aburrida, a menudo emplea medios indirectos y obscuros para transmitir un mensaje muy simple. Raramente se encuentra en ella un contenido
enriquecedor."
Antes de que saliera de la habitación, le pregunté si podía participar en la sesión de zazen. Rechazó con firmeza, so pretexto de que me dolerían las piernas y de que no servía para nada apresurarse, lo que seguramente azuzó aún más las ganas que tenía de intentarlo. Entonces me quedé solo, totalmente a mis anchas en la habitación donde se amontonaban tantos libros antiguos sobre budismo. Estaba sorprendido de que un hombre de clase tan modesta hubierse podido leer tanto. Probé uno de los kakis que me había ofrecido tan amablemente, pero era tan amargo, tan acre, que pronto mis papilas estaban como paralizadas. Me pregunté si el maestro lo había hecho a propósito y había querido burlarse de mí pero, impresionado por su amabilidad, probé de todas formas el segundo kaki. Me pareció mucho más dulce, tal vez mi
lengua se había habituado. Escogí cuidadosamente un tercero que parecía más maduro:¡ Ah! ¡al fin! éste estaba realmente delicioso. A fuerza de probar, lo había encontrado a pesar de todo. El cuarto estaba como mínimo igual de bueno. Después me volví hacia los libros que el maestro me había dejado. Comencé por su libreta de notas.
Enseguida encontré unos comentarios que me impresionaron por su profundidad. He aquí algunos extractos que se me quedaron en la mente:
"Zazen, es aprehender algo del espíritu de Buda, mediante
la experiencia.
Zazen, es cambiar radicalmente nuestro propio espíritu.
Zazen es una revolución fundamental de nuestra vida.
Zazen, es renacer, descubrir una nueva vida.
Zazen, es pasar bajo un arco de triunfo. Es la mayor victoria de nuestra vida.
El verdadero zazen es la puerta principal para penetrar el secreto del budismo. Y zazen es en sí mismo el secreto y la esencia del budismo.
Zazen es en sí mismo el satori (la iluminación). El satori no es otra cosa que la práctica de zazen.
Zazen no es ni la austeridad ni la mortificación. Es el verdadero acceso a la felicidad, a la paz, a la libertad.
Zazen, es la re-creación de uno mismo, y es la comprensión del verdadero yo.
Zazen no es ni un razonamiento, ni una teoría, ni una idea. No es un conocimiento a adquirir mediante el cerebro, es unicamente una práctica.
Zazen no es un "juego" dialéctico, ni un concepto filosófico.
Zazen, es la sabiduría suprema. Es encontrar la verdadera libertad de nuestro espíritu.
Zazen es el paso del hombre hacia lo último y su posibilidad de experimentar la respuesta de lo último.
Zazen, es la transmisión del verdadero espíritu del maestro al discípulo. Es una transmisión directa, una comnicación inmediata de espíritu a espíritu, de ser a ser.
Zazen, es el abandono de todo nuestro yo. Es el olvido de nuestro yo. Es la total renuncia a este yo. Porque no podemos encontrar todo más que abandonando todo.
Zazen, es fundirse con todo el universo.
Reflexiona, analiza tus necesidades espirituales, vuélvete hacia las necesidades fundamentales y supremas del hombre.
El Zen es una nueva vida.
El Zen nos permite adaptarnos a nuestro entorno, sin dejarnos arrastar por él.
No debemos dejarnos dominar por nuestra historia ni por la sociedad en la que vivimos, pero en ningún caso debemos ignorarla o ser incapaces de armonizarnos con ella.
El Zen nos permite ir hasta el extremo de nuestra soledad; el hombre solo debe poder descubrir hasta lo más íntimo de sí mismo. Como el Shodoka tan bien lo expresa, avanza solo el que está emancipado.
Un hombre santo no tiene necesidad de nada. Aquel que ha alcanzado su verdadero yo avanza a grandes pasos, nadie es superior a él, se siente uno con el universo ".

Me sentía compleamente de acuerdo con todas estas sentencias. ¿Qué puede dar al hombre la felicidad más grande? ¿La ciencia, la filosofía, la riqueza, el amor? Seguramente, el hombre puede encontrar la felicidad de diversas formas, pero sólo el despertar interior puede procurarle la verdadera felicidad, sólo este despertar alivia el dolor y apacigua la angustia. Los que codician o corren detrás de la felicidad exterior no estarán nunca satisfechos -incluso si alcanzan los puestos de mayor responsabilidad, incluso si encuentran a las mujeres más bellas, incluso si son los más ricos- si no aceptan perder o ir a menos sin lamentarlo, si no pueden encontrar la alegría en la mayor simplicidad -en el soplo del viento, por ejemplo. Algunos creen que, cuando están enamorados, ya no necesitan de la religión, pero todo cambia, nada permanece estable ni se detiene, todo rastro de toda cosa desaparece y ninguna persona es eterna. Estos cambios son los que crean nuestra soledad. Hay que
comprender que este mundo de la relatividad y del cambio es infinito. Estaba completamente absorto en la lectura de los libros que me había dejado Kodo. Cuando el maestro entró, se dió cuenta inmediatamente de todos los kakis que faltaban y pareció sorprendido de mi glotonería. Entonces me propuso aclararme la garganta con algo mejor. Era una botella de aguardiente de arroz que sacó de un papel de periódico viejo:
"Es de la mejor cosecha. Me la envió un tal Koga No se lo digas a nadie, tú vas a ser el primero en probarlo. Pero ten cuidado con no beber demasiado porque es un alcohol muy fuerte. ¡Será mejor que no acabes tirado borracho en la calle!"
Me decía todo ésto mientras me llenaba un bol de te hasta arriba con este alcohol de 45°.
- ¡Vaya, Maestro, es más que demasiado para aclararme la garganta!
- ¡Cállate! Aquí, no tienes nada que decir."
Me pasó el bol lleno hasta el borde.
- Bueno. Y ahora, ¡vacíalo! ¡Kampai!".
No sabía que hacer con esta copa desbordante. Desconfiaba un poco porque pensaba que estaba jugándome una mala pasada. Aproximé lentamente la copa a los labios y después me la bebí de un trago, acordándome del famoso litro de sake que me había bebido de un trago cuando era más joven, exasperado por mis camaradas que se estaban burlando de
mí diciendo que no era un hombre si no bebía alcohol. El resultado fue que que caí en coma y
acabé en el hospital.
"Está claro que te lo has bebido, me dijo Kodo. ¿Qué dices de otro bol?
- Ah no no no, gracias. Este alcohol, es realmente demasiado demasiado fuerte...
No no no, ¡ya basta!
- Vamos, estás lo bastante cuadrado para absorver un segundo kampai", dijo sonriendo.
Me decidí pero, mientras él colocaba la botella, mi estómago se encendió de repente como un horno. Tenía la cara ardiendo.
" Quiero agradecerle el que me haya invitado a este delicioso aguardiente, dije, en un estado raro.
- Sobre todo, ¡no se lo digas a nadie!" me repitió.
Parecía que me fuese a explotar el estómago. Tengo que dejar el templo rápidamente, sino los monjes van a arrastrarme borracho hasta la puerta. Me despedí, pues, del maestro que me dijo:
" Vuelve el próximo domingo, te enseñaré zazen. "
¿Por qué me había animado a beber cuando el alcohol estaba prohibido a aquellos que querían alcanzar la sabiduría de Buda? El efecto de este aguardiente comenzó a hacerse sentir. Moví ligeramente los brazos para saludarle y la cabeza ya me daba vueltas cuando abrí la puerta para salir. Pero me llamó y me entregó los libros que me había
prestado acusándome de descortesía por no habérmeles llevado. Me disculpé y me apresuré a ir a la salida que se encontraba al final del pasillo. Por más rápido que quería hacerlo, perdía poco a poco todo control. Al cabo de un momento, me di cuenta de que dejaba atrás la salida. Después, de repente, me me acordé de mis hermosos zapatos, completamente nuevos, que
que había olvidado en la entrada. Me lancé en esa dirección, decidiendo llevarles hasta la habitación del maestro la próxima vez. Registré furiosamente la caja donde se amontonaban los zapatos antes de encontrar los míos. Ahora, había que ir hasta el gran pórtico... pero, ¿dónde podía estar? Titubeando y tambaleandome, me puse a cantar a voz en grito. Me flaqueaban las piernas, estaba cada vez más cerca de irme al suelo. ¡Cuidado con los monjes del templo!, si me descubren, ¡va a ser un espantoso
escándalo! ¡Es absolutamente necesario que encuentre un rincón solitario donde nadie me vea!
Al final me tumbé pesadamente debajo de un pino, detrás de unas malezas. El corazón se me salía del pecho. "Sí que me ha jugado una mala pasada este maestro. Ahora he infringido las reglas del budismo. Y encima, mi ropa está toda sucia. Tendría que levantarme, pero... "

Finalemente, hice un gran esfuerzo, pero no conseguí más que levantar la cabeza. A fin de recuperar mis facultades, me puse a respirar profundamente como en zazen. Entonces me di cuenta de que mi trasero estaba húmedo. Me había sentado encima de una cagarruta fresca de perro. ¡Mi ropa! Traté de limpiarme con un pañuelo, pero no conseguí librarme de aquel horrible olor. ¡Por nada del mundo quería que alguien me viese en ese estado! Al fin, conseguí ponerme de pie, vacilante, maloliente, la sangre en la cabeza; esquivando la mirada de los transeuntes. Dejé el templo de Soji-ji y
llamé a un taxi. El conductor del taxi me sonrió con un gesto de complicidad: "¡He aquí al menos uno que comienza bien el día! ¡Tiene suerte de poderse emborrachar desde por la mañana! " Entonces le conté mi contratiempo, que le hizo reir mucho."